Me encanta el ruido que emite cada vez que el aceite hace efecto, cuando voy dorando los camarones al ajillo, ya que años atrás cuando no contaba con aparatos auditivos de alta tecnología y trabajaba en cocinas profesionales era puro contacto visual para que los pimientos morrones no acabaran mal en su engañosa freidora que en mi efecto no lo podía captar si estaba haciendo efecto.
Hacer paellas es toda una obra de arte, con seguridad y destreza auditiva manejo con esmero desde el peligro de instalar el equipo de gas, ya que si pasamos inadvertido algún ruido o fuga podemos acabar mal. Por consiguiente el proceso técnico requiere mucha destreza auditiva para entenderse con los insumos, el afán que el burbujeo sincronice en la culminación de una cocción de arroz óptima.
Gracias a las redes sociales puedo investigar y compartir experiencias de muchas recetas culinarias de forma más dinámica, sin embargo, las paellas siempre se roban el show por su fuerte y bella tradición, prácticamente en todos los países se practica ese arte como pasatiempo y servicios de alimentos, a través de la cocina es el primer aliciente para entrar en la cultura de cada país. Aprendo un poco de su historia, técnicas, gustos e idiosincrasia, es tanta la variedad que poco a poco podemos ver diferenciantes versiones, sin dejar al lado el equipo auténtico y receta valenciana, ya que podemos encontrar paellas al estilo mexicano, brasileño, japonés e italiano, etc.
El arte de hacer paellas es la excusa perfecta para socializar, y gracias al implante coclear, la experiencia no puede ser mejor. ¡20 de Setiembre Día Mundial de la Paella! Saludos desde San José, Costa Rica #PaellasEstebanCR.